Reparaciones

Hola, qué tal. Con esas mismas palabras recibí al nuevo año, porque se me pasó el momento, porque estaba ocupado mientras las manecillas del reloj se aprestaban a dejar un ciclo más en el tacho del olvido. Ocupado en cosas más importantes. Siempre que se habla de cosas «más importantes» me viene al recuerdo la frase de Américo Vespucio, quien explicó lo siguiente en un reporte: «Decidí abandonar el comercio y poner mi propósito en cosas más laudables y firmes, y fue que me dispuse a ir a ver parte del mundo y sus maravillas…»

Desde luego cualquier excusa que no sea embarcarse a descubrir nuevos mundos palidece comparada con esta cita, y es esto mismo lo que me hace reír al pensar qué es lo que podría ser más importante. Pero las cosas suceden, y así ha sido. Estos últimos meses han sido difíciles, han sido de transición, han sido de cambio de piel, cambio de casa, cambio de barrio, cambio de amigos, cambio de cariños e incluso cambio de hora. He tenido tiempo en mis manos pero no he escrito, porque no me ha venido en gana. Después de haberme encaramado en el púlpito para declamar que hay que escribir, que no se puede dejar de escribir, que esto es más que una profesión, que hay que mostrar seriedad, carajo y tal, yo mismo me he visto atacado por las polillas, por los gusanos, por los comedores de madera, por los degustadores de hueso, por los catadores de polvo, por los voladores turbios y traslúcidos que nublan el buen juicio y las sagradas costumbres, y todo lo demás que sea dicho es nada más que un relleno. Pero las cosas suceden y así ha sido.

No he escrito porque no he tenido ganas de escribir, no hay que confundir la falta de deseo con la falta de oficio, no señores. Yo cuando me siento a escribir, escribo. Salen letras de estas teclas y así voy como siempre soltando palabras y frases como quien presiona el tubo de la pasta de dientes, hasta formar párrafos y capítulos, es cosa conocida. Pero no ha sido así, sospecho que se debe a que las cosas han mejorado, a que ya no estoy bajo amenaza, a que estoy encontrando de nuevo el camino, a que estoy perdiendo otras cosas que no quiero mencionar porque sé que las volveré a encontrar en un abrir y cerrar de ojos. Pero así y todo he seguido escribiendo a cuentagotas el libro del momento, incluso empecé otro libro porque necesitaba urgentemente otro tipo de narradores, es como abrir una válvula para liberar presión, ya saben.

Y luego están los propósitos de año nuevo, esos que se hacen en medio de la embriaguez absoluta o paseando por las calles vacías y polvorientas de pólvora, no de polvo. Recorriendo la ciudad muerta, solo. Solo de solamente, no de soledad. Y las ideas vienen, y los platos rotos hay que repararlos, porque el primer mes es tiempo de reparaciones, porque no vale la pena vivir en el desorden ni moral ni material, y así se han ido los días y las semanas. Pero sigo, seguiré. Aquí está este canal abierto, como las venas de un continente. Hay que ver que nada más sentarme a escribir encuentro de todo en el teclado, eso me infunde renovados bríos. Lo que me tiene con el ceño fruncido son otras cosas que hay que reparar, porque tal como la muerte y los impuestos, las reparaciones llegan, sí señor.

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cdittmann

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Christian Dittmann es diseñador gráfico, músico y escritor nacido en Santiago de Chile y residente en Berlín desde el 2013. Autor de novelas, poemas, ficción y anticipación.

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